Tendencias Tecnológicas 2025: La Hospitalidad Frente a la Frontera de la Innovación
- Carlos E. Gimenez
- hace 2 días
- 6 Min. de lectura
Con base en el estudio Technology Trends Outlook 2025 de McKinsey & Company, Luis Barboza, Gerente General Multiproperty Sheraton Asunción & Aloft Asunción, analiza cómo las nuevas tendencias tecnológicas están transformando la hospitalidad.

El mundo atraviesa una transformación tecnológica sin precedentes. La aceleración de la demanda energética, el crecimiento exponencial del poder computacional y la convergencia entre lo físico y lo digital están redefiniendo la manera en que se crean, gestionan y experimentan los espacios. En este nuevo contexto, la hospitalidad se posiciona como un laboratorio privilegiado de innovación: un sector donde la experiencia humana, la eficiencia operativa y la sostenibilidad deben coexistir de forma armónica, medible y emocionalmente significativa.
El Technology Trends Outlook 2025, elaborado por McKinsey & Company, identifica trece tendencias de frontera con impacto transversal en la economía global. Su lectura ofrece una visión profunda de hacia dónde se dirigen los sectores que combinan infraestructura física y servicios de alto contacto humano, entre ellos el turismo, la hospitalidad y el real estate. Lo que antes eran avances incipientes —como la inteligencia artificial, la computación cuántica o la bioingeniería— hoy constituyen pilares estratégicos de un nuevo modelo empresarial donde la tecnología se convierte en el vehículo para escalar propósito, confianza y bienestar.
Durante años, la hospitalidad entendió la tecnología como un componente funcional. Automatizar tareas, gestionar reservas, mejorar la comunicación con los huéspedes. Pero ese enfoque operativo ha quedado atrás. Las organizaciones más avanzadas del sector están transitando hacia un modelo donde la tecnología no solo mejora procesos, sino que redefine la propuesta de valor y el sentido mismo del servicio. Este cambio se observa con claridad en los flujos globales de inversión. Según McKinsey, los sectores vinculados a la transformación tecnológica superan los 1,1 billones de dólares en capital destinado a innovación. Dentro de ese universo, la inteligencia artificial lidera con más de 223 mil millones, seguida de las tecnologías de sostenibilidad y energía limpia con cifras equivalentes. Este nivel de inversión no responde a una tendencia pasajera, sino a una convicción: la rentabilidad del futuro estará íntimamente ligada a la sostenibilidad, la eficiencia y la confianza digital.
Ninguna tecnología ha avanzado tan rápido ni ha generado tanto impacto como la inteligencia artificial. Su papel en la hospitalidad trasciende la automatización: redefine la relación entre personas, datos y decisiones. Las empresas que integran IA están logrando niveles inéditos de eficiencia en áreas como la personalización de experiencias, el mantenimiento predictivo, la seguridad digital y la gestión de precios dinámicos. Gracias al análisis de datos en tiempo real, es posible anticipar comportamientos, optimizar recursos energéticos y ajustar operaciones según la demanda o estacionalidad. Pero la clave no está solo en la herramienta, sino en la intención: las organizaciones más visionarias la utilizan para liberar tiempo humano y permitir que el personal concentre su atención en lo esencial, la experiencia. La inteligencia artificial no reemplaza la hospitalidad: la potencia.
La sostenibilidad, por su parte, dejó de ser un atributo reputacional para convertirse en un diferencial estratégico. En un contexto donde los consumidores exigen coherencia entre discurso y acción, las empresas que adoptan prácticas sostenibles con propósito se consolidan como referentes de una nueva ética empresarial. La inversión en eficiencia energética, certificaciones ESG y trazabilidad de insumos supera los 223,2 mil millones de dólares anuales, y la demanda de talento especializado crece seis veces más lento que la necesidad del mercado, evidenciando una brecha crítica que afecta la expansión de modelos sostenibles. En la práctica, esto se traduce en proyectos que integran sistemas inteligentes de climatización, materiales de bajo impacto, gestión hídrica circular y arquitectura bioclimática, donde el confort se mide tanto en kilovatios como en bienestar.
La intersección entre ciencia, arquitectura y salud da lugar a la hospitalidad regenerativa, impulsada por la bioingeniería y la neuroarquitectura. Con una inversión global de más de 57 mil millones de dólares, esta corriente plantea una visión en la que los espacios no solo minimizan su impacto ambiental, sino que actúan como organismos vivos que mejoran la salud y el bienestar de quienes los habitan. Desde materiales que purifican el aire o regulan la humedad hasta entornos diseñados para optimizar la luz natural y reducir el estrés, la bioingeniería aplicada redefine el estándar de confort. En América del Sur, comienzan a emerger proyectos donde el diseño integra indicadores biométricos y datos de comportamiento para ajustar la experiencia del huésped en tiempo real. No se trata de lujo, sino de una nueva forma de hospitalidad científica, donde la comodidad, la salud y la sostenibilidad convergen en un mismo espacio.
En paralelo, la confianza digital se convierte en el nuevo activo de valor. En una industria donde la experiencia es cada vez más digital, la ciberseguridad deja de ser un elemento técnico para transformarse en un componente emocional de la confianza. La inversión global en protección de datos y cumplimiento normativo alcanza los 77,8 mil millones de dólares, impulsada por la necesidad de resguardar información sensible y fortalecer la cultura digital interna. Los huéspedes esperan que las empresas de hospitalidad manejen sus datos con la misma rigurosidad que una entidad financiera, y esa expectativa redefine la competencia. La implementación de protocolos internacionales como ISO 27001 o la integración de mecanismos de autenticación biométrica ya no son diferenciales, sino condiciones de credibilidad. En mercados emergentes como el paraguayo, la adopción temprana de estos estándares puede marcar una ventaja competitiva clara: la seguridad será percibida como una forma de hospitalidad.
El desarrollo de infraestructuras digitales distribuidas, como cloud computing y edge computing, impulsa una revolución silenciosa en la gestión operativa. Con inversiones que superan los 80 mil millones de dólares, estas tecnologías permiten procesar información directamente en el punto donde se genera, reduciendo latencias y mejorando la eficiencia energética. En la práctica, habilitan sistemas de gestión en tiempo real, mantenimiento automatizado y operaciones más seguras y sostenibles. La nube se convierte en el nuevo corazón operativo de la hospitalidad, invisible para el huésped, pero esencial para garantizar experiencias fluidas. Quienes dominen la nube y el borde dominarán la experiencia.
La conectividad avanzada, sustentada en redes 5G y edge computing, redefine el concepto de servicio. La posibilidad de ejecutar operaciones en tiempo real permite experiencias sin fricción: check-in automatizado, control ambiental inteligente, recorridos inmersivos o mantenimiento predictivo de instalaciones. Sin embargo, esta evolución tecnológica enfrenta un desafío estructural: la falta de talento. McKinsey identifica una brecha crítica en estas áreas —0.3× en edge y 0.4× en 5G—, lo que refuerza la necesidad de crear ecosistemas de conocimiento a través de alianzas entre empresas, universidades y gobiernos locales. En el futuro inmediato, la conectividad será el nuevo lujo invisible: no se verá, pero definirá el confort.
La movilidad también se reconfigura. Con una inversión global de 131,6 mil millones de dólares, las nuevas infraestructuras eléctricas y autónomas transforman los establecimientos en nodos logísticos y estaciones de carga. Los hoteles y resorts dejarán de ser destinos aislados para convertirse en puntos de conexión dentro de sistemas urbanos sostenibles.
En paralelo, la realidad inmersiva avanza como una herramienta estratégica que trasciende el entretenimiento. Con inversiones cercanas a los 6 mil millones de dólares, la combinación de entornos virtuales, recorridos tridimensionales y experiencias sensoriales permite diseñar nuevos vínculos entre espacio y emoción. La hospitalidad inmersiva posibilita que el huésped explore su habitación antes de llegar, participe de eventos híbridos o entrene personal a distancia. Lo que antes era una curiosidad tecnológica hoy se consolida como una herramienta de fidelización y diseño emocional.
Todas estas transformaciones convergen hacia una misma dirección: la humanización de la tecnología. La frontera no está en los dispositivos, sino en la capacidad de integrarlos en experiencias coherentes, transparentes y emocionalmente inteligentes. En América Latina, y especialmente en Paraguay, esta transición representa una oportunidad inédita. El país puede capitalizar su posición de mercado emergente para incorporar innovación con eficiencia, aprendiendo de los modelos internacionales y adaptándolos a su escala.
En este punto emergen preguntas que delinean el futuro de la hospitalidad: ¿cómo acelerar la transición de tecnologías climáticas del laboratorio al mercado? ¿Cómo integrar inteligencia artificial y sensores en sistemas energéticos fragmentados? ¿De qué manera adaptar las redes eléctricas a una demanda distribuida y a una gobernanza más inteligente? ¿Cómo garantizar cadenas de suministro resilientes en energía limpia? ¿Y qué marcos normativos permitirán escalar sin perder confiabilidad ni accesibilidad?
El desafío no será tecnológico, sino cultural. La hospitalidad deberá repensarse desde su esencia, integrando sostenibilidad, inteligencia artificial y digitalización bajo un mismo propósito: crear experiencias significativas, sostenibles y conectadas. La frontera de la innovación no separa el futuro del presente, sino a quienes comprenden que la tecnología no reemplaza la hospitalidad, sino que la amplifica.
El futuro no pertenecerá a quienes acumulen más pantallas, sino a quienes sepan convertir la tecnología en una extensión de la experiencia humana.