Tendencias del Mercado Inmobiliario Paraguayo para 2026
- Carlos E. Gimenez

- hace 20 minutos
- 13 Min. de lectura
Un mercado que deja atrás la condición emergente y avanza hacia un ciclo donde la competencia, el diseño, la ejecución y la claridad conceptual determinan qué proyectos se consolidan en un entorno más informado, más profesional y más exigente que en años anteriores

El mercado inmobiliario paraguayo ingresa en 2026 con un conjunto de transformaciones que ya se venían gestando, pero que este año terminan de consolidarse como un cambio estructural. El crecimiento de la demanda, la profesionalización de los actores, la diversificación geográfica y la presión sobre los costos y los precios configuran un escenario más competitivo, donde la calidad de los proyectos y la claridad del concepto importan más que nunca.
Precio por m² al alza en Asunción
La tendencia de los precios por m² al alza en Asunción probablemente continúe en 2026. El aumento del costo de la tierra en zonas con alta demanda, la inflación en materiales de construcción, la suba gradual de costos laborales y la profesionalización de las constructoras empujan los valores de venta hacia arriba. A esto se suma un ciclo natural de madurez del mercado: Asunción ya no es una plaza emergente donde los precios estaban artificialmente contenidos, sino un mercado que empieza a alinearse, lentamente, con capitales de la región.
Sin embargo, el comprador de 2026 ya no convalida cualquier precio en cualquier ubicación. El mercado se vuelve más selectivo y más informado. Proyectos con mala implantación urbana, amenities de baja calidad, tipologías repetidas o conceptos poco claros empiezan a sufrir resistencia en preventa. En contrapartida, los proyectos con buena ubicación, diseño sólido, amenities usables y desarrolladores con trayectoria mantienen, y en algunos casos mejoran, su valor por m².
Esto abre un escenario cada vez más evidente de “dos Asunciones”: por un lado, la ciudad que paga el precio de su consolidación, Villa Morra, Carmelitas, Recoleta, Trinidad, Las Lomas, donde la revalorización se sostiene; y por otro, sectores donde la oferta se multiplicó sin un concepto diferencial y donde las preventas empiezan a depender de descuentos, promociones agresivas, planes de pago extendidos o beneficios temporales.
La consecuencia más importante es que 2026 puede ser el año en que se marque con mayor claridad la diferencia entre el precio pedido y el precio efectivo de cierre. Los proyectos que tienen lógica de producto, buena lectura del usuario y ubicación estratégica defenderán su valor. Los que no, tendrán que reajustar expectativas. Para los inversores y compradores, el mensaje es claro: el precio ya no se explica solo por el barrio, sino por la coherencia global del proyecto.
Salto cuantitativo entre desarrolladoras con experiencia y desarrolladoras sin experiencia
A medida que el mercado se complejiza, se amplía la brecha entre las desarrolladoras con trayectoria, equipo profesional, acceso a financiamiento institucional y procesos sólidos, y aquellas que encaran su primer o segundo proyecto sin estructura robusta. Lo que antes era una diferencia “técnica”, en 2026 se convierte en una diferencia visible, con impacto directo en la velocidad de preventa, la calidad constructiva, el cumplimiento de plazos y la experiencia final del cliente.
Las desarrolladoras consolidadas logran mejores condiciones financieras, manejan cronogramas con menos desvíos, presentan documentación clara y poseen equipos estables. Esto les permite sostener un pipeline de proyectos más confiable y mantener una reputación que se traduce en confianza del comprador.
Por el contrario, las desarrolladoras emergentes o poco experimentadas enfrentan mayores dificultades: financiamiento más caro, preventas más lentas, obras con variaciones de costo difíciles de absorber, equipos sin procesos definidos y problemas de posventa que afectan la imagen de la marca. En un mercado donde la información se comparte con velocidad, estas fallas ya no quedan ocultas.
El impacto para el inversor es evidente: cada vez importa más quién está detrás del proyecto. El nombre del desarrollador se convierte en un indicador de riesgo, calidad y estabilidad a largo plazo. Y en 2026, donde el mercado es más sofisticado y la competencia más fuerte, esa diferencia se vuelve determinante.
Mejoramiento en la atención y la experiencia de compra
Si algo marca 2026 es la brecha creciente entre quienes profesionalizan la experiencia de compra y quienes siguen en modo improvisado. El comprador, local, extranjero o institucional, llega a la reunión con un nivel de información que hace cinco años era impensable: compara metros cuadrados, calcula expensas, revisa referencias del desarrollador, analiza etapas, verifica permisos y pregunta por temas que antes ni figuraban en el guion de ventas. Esa evolución obliga a los equipos comerciales a elevar su nivel técnico y su capacidad de respuesta.
Los procesos de contacto, seguimiento, envío de información, reserva, firma y postventa dejan de ser un “backstage” y se convierten en parte del producto. Para el cliente, la experiencia no empieza en la obra ni termina en la entrega: comienza con el primer mensaje y se extiende durante la administración del edificio. La atención improvisada, los mensajes sin responder, las promesas que no se cumplen y la información confusa ya no tienen lugar en un mercado donde la reputación corre por WhatsApp y grupos de inversores.
Empiezan a posicionarse las empresas que invierten en CRM, trazabilidad de leads, scripts claros de comunicación, seguimiento postvisita y material de presentación profesional, desde brochures digitales hasta visitas virtuales bien producidas. El cliente valora procesos claros: recibir la información correcta desde el inicio, entender exactamente qué está comprando, conocer plazos reales y saber qué esperar en cada etapa. La transparencia se convierte en un atributo comercial, y la claridad de los procesos, en un factor que acorta la preventa y mejora significativamente la conversión.
La atención y la posventa dejan de ser un “extra” opcional para convertirse en un activo estratégico. En un mercado más competitivo, la experiencia completa, desde el primer contacto hasta la entrega de llaves, marca la diferencia entre un proyecto que se coloca con fluidez y uno que necesita constantes promociones para atraer interesados. La profesionalización de esta etapa no solo mejora la venta: construye confianza, fideliza al cliente e influye directamente en la capacidad del desarrollador de sostener su pipeline a largo plazo.
Edificios pensados para un nicho en particular
Otra tendencia fuerte para 2026 es la especialización. El mercado deja atrás la idea del “edificio para todos” y avanza hacia proyectos concebidos desde el inicio para un público específico, con propuestas que responden a modos de vida concretos y expectativas cada vez más diferenciadas. Esta segmentación surge tanto por demanda real como por la necesidad de los desarrolladores de construir productos con identidad propia en un mercado donde la oferta genérica ya no convence.
Aparecen proyectos diseñados para jóvenes profesionales que buscan unidades compactas con excelentes amenities funcionales y una ubicación estratégica; edificios orientados a estudiantes, especialmente en zonas con instituciones educativas y buena conectividad urbana; productos para parejas jóvenes que priorizan servicios como coworking, gimnasio y terrazas; desarrollos pensados para familias con niños pequeños, con patios comunes, juegos, espacios verdes reales y unidades más amplias; e incluso propuestas enfocadas en adultos mayores, con criterios de accesibilidad, seguridad y apoyo operativo.
La segmentación también se ve del lado del inversor. Crecen los edificios creados para renta administrada, con unidades estandarizadas, operación centralizada, servicios de limpieza, mantenimiento, solución de problemas 24/7 y modelos híbridos entre alquiler tradicional y temporal. En paralelo, aparecen proyectos dirigidos a nómadas digitales, viajeros corporativos y perfiles que buscan un estilo de vida flexible, con coworkings reales, internet de alta velocidad, áreas comunes con horarios amplios y amenities que funcionan durante la jornada laboral.
Esta lógica de nicho impacta en todas las decisiones del proyecto: desde los metrajes, la distribución interior y los materiales, hasta la estética del hall, la selección de amenities y el modelo de gestión de alquiler. El edificio deja de ser un conjunto de departamentos para transformarse en una propuesta de vida coherente, diseñada para un segmento con expectativas definidas.
Amenities
En 2026 la conversación sobre amenities deja de ser una lista decorativa en el brochure y se convierte en una pieza central de la propuesta de valor. El mercado empieza a distinguir entre amenities que realmente sostienen el precio de alquiler y reventa y aquellos que son puro marketing y quedan subutilizados. Este cambio es consecuencia directa de un comprador más exigente y de un aumento de la competencia entre proyectos que apuntan, muchas veces, a segmentos similares. La presión obliga a los desarrolladores a dejar atrás el “combo básico” y a justificar por qué cada espacio existe, qué necesidad resuelve y cómo se integra al uso cotidiano del residente.
La tendencia también está impulsada por la realidad de las expensas: los usuarios se vuelven más sensibles a los costos, por lo que ya no basta con sumar metros cuadrados comunes sin un propósito claro. En cambio, se valoran amenities eficientes, diseñados para funcionar con una operación profesional y con un mantenimiento sostenible en el tiempo. Un gimnasio no es solo un gimnasio: debe tener equipamiento de calidad, ventilación adecuada, un layout pensado para distintos tipos de entrenamiento y horarios de uso coherentes con la vida laboral del público objetivo.
Coworkings, salas de reuniones, terrazas con sombra y buena orientación, patios internos con vegetación real, semicubiertos aprovechables todo el año y parrilleros que funcionan como extensión del departamento comienzan a construir un nuevo estándar. Incluso se empieza a ver la tercerización de ciertos espacios, un paso propio de mercados más maduros: gimnasios operados por marcas especializadas, cafeterías en manos de operadores gastronómicos o espacios de bienestar gestionados por terceros. Este modelo garantiza calidad, uso real y continuidad operativa sin cargar innecesariamente sobre los vecinos.
En síntesis, los amenities bien pensados pasan de ser un adorno aspiracional a convertirse en infraestructura esencial. Ya no son un argumento decorativo, sino el componente que determina que un departamento pequeño funcione, que una renta se sostenga en el tiempo y que el proyecto compita en un mercado donde el usuario compara cada detalle.
Más proyectos de usos mixtos
Los proyectos de usos mixtos llegan a 2026 como una de las respuestas más sólidas a la nueva forma de habitar la ciudad. Propuestas que combinan vivienda, oficinas, consultorios, comercios de planta baja y espacios públicos o semi-públicos empiezan a diferenciarse frente al edificio monofuncional. La lógica es clara: reducir tiempos de desplazamiento, concentrar servicios, generar flujo permanente y, al mismo tiempo, construir identidad urbana en contextos donde la movilidad se vuelve cada vez más compleja.
Durante años, este tipo de desarrollos se concentró casi exclusivamente en megaproyectos capaces de sostener distintas funciones sin comprometer la operación del conjunto. Ejemplos como Paseo La Galería, More Mariscal, Distrito Perseverancia o Palmanova Center mostraron que, cuando los usos se integran adecuadamente, el proyecto gana vitalidad, resiliencia y mayor valor inmobiliario.
Sin embargo, 2026 marca un punto de inflexión: esa lógica deja de ser patrimonio de los grandes complejos y comienza a trasladarse a proyectos de mediana escala, especialmente en Villa Morra, Las Lomas, Recoleta y sectores emergentes del AMA. Edificios que históricamente hubieran sido 100% residenciales ahora integran coworkings internos, locales gastronómicos curados, consultorios, microoficinas y servicios de cercanía que funcionan como extensiones del departamento.
Este cambio responde tanto a la demanda del usuario, que busca resolver su vida diaria en distancias cortas, como a una mayor sofisticación del inversor, que entiende que un mix adecuado de usos mejora la ocupación, diversifica el rendimiento y genera un flujo más estable de personas. También se vuelve un elemento de diferenciación en mercados donde abundan los proyectos residenciales sin una propuesta conceptual clara.
Para los desarrolladores, el desafío pasa a ser el diseño urbano y operativo: elegir qué comercios sumar, cómo convivirán los distintos usos, qué circulaciones deben separarse, cómo se gestiona el estacionamiento y qué nivel de curaduría comercial sostendrá el valor a largo plazo. El modelo de “poner cualquier local en planta baja” deja de ser viable. La selección de operadores se convierte en una decisión estratégica que define no solo la experiencia del residente, sino la percepción del proyecto en su entorno.
En definitiva, los usos mixtos ya no son la excepción para grandes complejos: empiezan a convertirse en la norma para los proyectos que buscan diferenciarse en un mercado más competitivo y orientado a la experiencia urbana.
Demanda creciente por oficinas clase A
La llegada de multinacionales y empresas internacionales genera una presión clara en el segmento de oficinas clase A. A diferencia de los mercados más maduros, donde el trabajo híbrido redujo la demanda, en Paraguay la instalación de nuevas firmas, la profesionalización del sector tecnológico y financiero, y la consolidación de empresas regionales impulsan una búsqueda de espacios de alta calidad que acompañen la expansión operativa de estas compañías.
El mercado empieza a exigir oficinas que cumplan con certificaciones ambientales, plantas eficientes, flexibilidad en el layout, sistemas HVAC de mejor desempeño, accesos controlados, cafeterías internas, salas de reunión equipadas tecnológicamente y estándares globales de conectividad. Al mismo tiempo, la ubicación vuelve a tener un peso determinante: corredores corporativos como Aviadores del Chaco, Santa Teresa, Villa Morra y zonas emergentes de Trinidad y La Recoleta concentran la mayor demanda, mientras que otras áreas de la ciudad comienzan a quedar rezagadas.
La presión viene también del lado de las empresas paraguayas que empiezan a competir por talento con firmas globales. Espacios más luminosos, mejor ventilados, con servicios integrados y conocimientos ergonómicos ya no son un lujo, sino un factor de retención laboral. En este contexto, varios desarrolladores empiezan a reinterpretar el concepto de oficina postpandemia: plantas más chicas pero mejor diseñadas, áreas flexibles, espacios colaborativos y soluciones tecnológicas implementadas desde el diseño.
El resultado es un mercado que, lejos de contraerse, empieza a segmentarse: oficinas de baja calidad pierden competitividad, mientras que los espacios de clase A bien ejecutados mantienen alta ocupación y valorización. Para 2026, la tendencia indica que la demanda se moverá hacia edificios con infraestructura sólida, gestión profesional y servicios corporativos integrados, alineando a Asunción con estándares internacionales.
Encarnación y Ciudad del Este:
Encarnación y Ciudad del Este se consolidan hacia 2026 como los dos grandes laboratorios de expansión inmobiliaria fuera del Área Metropolitana de Asunción, cada uno con su dinámica propia. Encarnación continúa apalancándose en el frente costero, el turismo y un estilo de vida más relajado: departamentos con vista, barrios cerrados y proyectos que mezclan segunda residencia con inversión en renta. La discusión pasa por cómo lograr una ciudad que atraiga inversión sin perder calidad paisajística y sin caer en un uso estacional del parque inmobiliario.
Ciudad del Este, por su parte, se perfila cada vez más como un hub urbano y comercial de escala regional. La densificación de barrios como Área 1, el desarrollo de proyectos residenciales y de oficinas, al comercio y, en el mediano plazo, a una mejor conectividad con Brasil y Argentina, abren espacio para productos de vivienda media, edificios de renta y proyectos de uso mixto. El reto en ambas ciudades será coordinar desarrollo inmobiliario con infraestructura, movilidad y planeamiento, para que el crecimiento no sea meramente cuantitativo.
Diversificación hacia centros logísticos, naves industriales y data centers
La expansión del rubro inmobiliario hacia centros logísticos, naves industriales y data centers se convierte en una de las tendencias más relevantes del 2026. El crecimiento de empresas internacionales, la consolidación de Paraguay como plataforma regional y el dinamismo industrial del Este del país generan un nuevo eje de inversión que hasta hace pocos años era marginal dentro del sector.
En el Gran Asunción, la necesidad de espacios logísticos se acentúa por dos factores: el aumento del comercio y las restricciones del Plan Regulador de Asunción, que limita depósitos y actividades de logística dentro del casco urbano. Esto empuja la migración natural de operadores hacia Luque, Mariano Roque Alonso, Limpio y zonas periféricas, donde el suelo es más accesible, los accesos viales son más amplios y existe margen para desarrollos de escala.
Este desplazamiento también abre oportunidades para parques logísticos planificados, con infraestructura adecuada, seguridad, manejo de flujos de carga y oferta de servicios integrados. Paraguay todavía está lejos de los estándares de parques logísticos de países vecinos, lo que deja un espacio considerable para desarrolladores capaces de articular proyectos de alto nivel, incluso con participación de fondos institucionales.
En paralelo, Ciudad del Este y Hernandarias emergen como polos estratégicos para data centers y proyectos vinculados a infraestructura tecnológica. La disponibilidad de energía de Itaipú, la estabilidad de costos eléctricos, la cercanía a Brasil, la conectividad internacional y las ventajas impositivas posicionan a esta región como una de las más competitivas del Cono Sur para este tipo de inversiones. Lo que antes se asociaba únicamente a minería cripto ahora se reconfigura hacia data centers corporativos, infraestructura de nubes híbridas y servicios para empresas tecnológicas que buscan expandirse en la región.
Este fenómeno no solo redefine el mapa inmobiliario industrial y tecnológico del país, sino que también introduce nuevos estándares técnicos: redundancia eléctrica, sistemas de refrigeración especializados, seguridad física y lógica, y normativas que hasta ahora no formaban parte del día a día de la mayoría de los desarrolladores locales.
En suma, el 2026 marca un desplazamiento del sector hacia productos más sofisticados, altamente demandados por cadenas de suministro modernas y por empresas tecnológicas que apuestan por Paraguay como hub de crecimiento.
Los primeros saltos a IA
Los primeros pasos hacia la inteligencia artificial en el sector inmobiliario paraguayo serán visibles en 2026, aunque todavía en una fase inicial. La adopción comienza en áreas más cercanas al marketing y la gestión comercial: segmentación de bases de datos, clasificación automática de leads, análisis del comportamiento del usuario, priorización de prospectos con mayor probabilidad de conversión y generación de piezas comerciales personalizadas.
Los chatbots atienden consultas básicas 24/7, permiten agendar visitas, envían materiales de proyecto e incluso pueden aplicar filtros simples para distinguir entre un cliente curioso y un interesado real. Esto libera tiempo a los equipos comerciales y mejora la velocidad de respuesta, un factor clave en un mercado más competitivo.
De forma gradual, la IA empezará a integrarse en etapas más técnicas: lectura automatizada de normativas municipales, análisis comparativo de precios en tiempo real, simulaciones de tipologías, optimización de metrajes, cálculos predictivos de demanda, estimación de cap rates, detección temprana de morosidad en carteras de renta y apoyo en la administración de edificios. Incluso la posventa puede beneficiarse de sistemas que detectan patrones de reclamos, predicen problemas y ayudan a organizar mantenimiento preventivo.
La clave estará en que las empresas entiendan que la IA no reemplaza al equipo humano: lo amplifica. Permite trabajar con más precisión, reducir tareas repetitivas, tomar decisiones con datos y mejorar la experiencia del cliente. Y quienes la integren de forma seria, no como un truco de marketing, tendrán una ventaja competitiva real en costos, en eficiencia y en velocidad de reacción frente a un mercado que se mueve más rápido cada año.
Nuevos instrumentos financieros para el rubro
Finalmente, para 2026 se profundiza un cambio silencioso pero clave: el mercado empieza a hablar más de estructuras financieras que de simples unidades. Fideicomisos de desarrollo, fondos de inversión inmobiliaria, vehículos de titulización, modelos de preventa más sofisticados y productos diseñados específicamente para pequeños y medianos inversores empiezan a ganar espacio en la conversación.
Esto abre la posibilidad de que el inversor deje de ver al inmueble solo como “un departamento que compro y alquilo por mi cuenta” y pase a participar en carteras diversificadas o instrumentos listados en mercado de valores. Para que esto se consolide, será fundamental la transparencia, la regulación adecuada, la educación financiera del público y una comunicación clara desde desarrolladoras, agentes y medios especializados.
El 2026 se perfila como un año en el que varias de las transformaciones que ya venían desarrollándose en el mercado inmobiliario paraguayo comienzan a asentarse con mayor claridad. No se trata de cambios abruptos, sino de una evolución gradual hacia un sector más ordenado, más profesional y más consciente de las demandas reales del usuario. La competencia se vuelve más técnica, las decisiones de diseño más deliberadas y la gestión, desde la preventa hasta la operación, adquiere un peso que antes no tenía.
En este contexto, los proyectos que logran integrar ubicación, concepto, operación y calidad constructiva de manera coherente son los que encuentran mejores niveles de aceptación. El comprador y el inversor, cada vez más informados, observan no solo el producto final, sino la trayectoria del desarrollador, la lógica de los espacios comunes, la sostenibilidad de los costos y el funcionamiento a largo plazo del activo.
Más que un giro dramático, 2026 representa un reacomodamiento progresivo del mercado hacia estándares más exigentes y prácticas más consistentes. Una etapa en la que prevalece la claridad conceptual, la planificación y la capacidad de responder a un entorno urbano y económico que continúa madurando. En esa línea, los proyectos que mejor entiendan el momento no serán necesariamente los más grandes, sino aquellos que se ajusten con precisión a la nueva forma de habitar, invertir y operar en Paraguay.


